viernes, septiembre 15, 2006






Llevaba caminando tanto tiempo que su memoria era incapaz de recordar otros. Aquellos en los que podía estar sentada y dejar las horas pasar mientras sus pies se balanceaban entrecruzados.
Aquellos en los que su cuerpo se dejaba caer entre unos brazos.
No recordaba nada antes de ahora.
No sentía más que el dolor de sus pies ensangrentados. Sangre sobre sangre.
Pies sin dedos, sin falanges, sin carne, casi huesos...

Cuanto dolor había en aquella bailarina de ballet que un día Christian Andersen decidió condenar a bailar eternamente por desear ser, por querer, por ser mujer... El misógino la llevó a visitar a un verdugo para cortarle los pies.

Pero llevaba caminando tanto tiempo que decidió salirse del cuento.

Cuando lo hizo dejó de sentir la opresión en sus pies.
Se dió cuenta que podía parar y lo hizo.
Se dió cuenta que podía elegir y lo hizo.
Se quitó las zapatillas rojas y las echó sobre su hombro para volver a usarlas cuando así lo deseara.

Llevaba caminando tanto tiempo que decidió parar, porque así lo decidió.
Se sentó sobre un árbol y dejó pasar el tiempo mientras sus pies se balanceaban entrecruzados. Se dejó caer sobre tus brazos porque quería y lo hizo.

Que te den misógino de mierda.

Esta canción es de una de mis películas favoritas... Cinema Paradiso.



Es tan hermoso soñar...